Una boda en el Pirineo Aragonés

Una boda en el Pirineo Aragonés




En pleno mes de julio, el Pirineo Aragonés fue el escenario de la boda de Ana y Caetano. Un lugar muy especial para la familia de ella, que acogió ese fin de semana a los familiares y amigos de Caetano que viajaron desde Portugal.

La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de Anciles a la luz de las velas.

La celebración siguió en Casa Suprián, donde el entorno natural y la atmósfera rústica añadieron un toque especial. El catering estuvo a cargo de Guian y de El Huaso, que sorprendió con sus espectaculares asados.

Los novios trajeron de Brasil, país en el que viven, varios elementos artesanos. Desde las lámparas que volaban sobre la mesa presidencial, hasta unas panderetas de piel que pintamos a mano con acrílicos, incorporando motivos especiales creados para ellos.

Además, los invitados recibieron sus propias panderetas personalizadas, para recibir a los novios en su entrada al banquete. Un detalle muy divertido y original que fue todo un éxito.

Uno de los detalles más significativos fueron los azulejos pintados a mano por la madre de Caetano (artista de profesión) como regalo de pedida. Estos azulejos, se transformaron en los meseros de la boda. Un homenaje a sus raíces portuguesas y al arte familiar.

Desde Kuramae, junto con la novia, nos encargamos de la dirección creativa y de montaje. Diseñamos una papelería totalmente personalizada, con una minuta de cóctel en papel artesano y una minuta principal con detalles rústicos en acuarela. Debido a la lluvia, propusimos situar el seating plan en cada mesa junto a los meseros, para los que preparamos unos números caligrafiados que asignamos a cada azulejo.

El Buixo con sus centros florales trasladó el jardín a las mesas.

Ana estaba radiante con un vestido diseñado por Navascués, que combinaba a la perfección con una flor en el pelo de Blanca Astolfi. El equipo de Olea capturó cada momento de la celebración con un enfoque natural y auténtico.

Un encuentro entre Brasil, Portugal y España, con detalles cuidados en un ambiente lleno de alegría que hicieron de este día algo realmente especial. Una auténtica lección de que no hay tormenta que nuble lo realmente importante.

Gracias, Ana y Caetano, por permitirnos formar parte,

Adela y Rocío.